miércoles, 15 de abril de 2015

Reportaje: Mucho Chocolate

Las cosas claras y el chocolate espeso



Cuando me dijeron de la invitación a Mundo Chocolate me vinieron tres ideas a la cabeza: Willie Wonka y su fábrica, comer chocolate y que en definitiva quería ir. Debo admitir que desde la llegada las chicas y yo tuvimos la sensación de no entender al cien por ciento a lo que íbamos; grata sorpresa.



"Bienvenidos al museo del chocolate"


Claro que el proceso de planeación y ejecución del proyecto requería el tiempo suficiente y un esfuerzo constante, la arquitecta Ana Rita García Lascuarin personalmente conoció diferentes museos de la gama chocolatera principalmente en Europa, y esto fue la base para poder plantearse las necesidades y la visión que el museo debía tener en tierras mexicanas.

Considero que es un merecido homenaje y en definitiva algo que hacia falta para rescatar un poco las raíces que hemos ido perdiendo los mexicanos por la prolongada adopción  de costumbres, tradiciones, rituales que nada tienen que ver con la rica herencia pre-hispánica de nuestro origen. Después de todo el chocolate es un regalo de México para el mundo.

En el museo encontraremos muchas cosas curiosas.


Pero dejemos las malas noticias y regresemos al núcleo de esta reseña que gustosamente me tiene ocupado el día de hoy. Te cuento también con gusto que el día que te decidas a visitar el recinto ubicado en Milán #45 encontraras mucho mas que un museo interactivo ya que Mucho tiene mucho más que dar. Vas a encontrar en cada sala un portal hacia otra dimensión tiempo-espacio, desde las mujeres que alegres y con el torso desnudo machacaban los granos de cacao hasta piezas artísticas, juguetes Lego de chocolate genuino y pasando por la historia del protagonista principal a lo largo del tiempo y el mundo.

Hay dos salas que me llamaron especialmente la atención la primera fue una sala donde podemos apreciar diferentes chocolateras (vasijas donde se preparaba el chocolate) de diferentes partes de México y de países separados ideológica, geográfica y culturalmente pero unidos a la vez por una espumosa taza de chocolate caliente. 

Quien no ha probado un buen chocolate de Carlos V.


La otra más que sala es un cuarto pequeño donde no caben más de seis personas sin pisarse mutuamente pero que sobresale por tener tablillas de auténtico chocolate en sus paredes y si cierras los ojos dejándote llevar por tu olfato te puede transportar al Olimpo para tener una probadita de la ambrosía que mantenía vivos a los dioses griegos, no me agradezcas por el tipY ya que te estoy contando lo que encontraras de una vez te aviso que omitir la “Tienda Chiquita” o la Chocolatería sería una tragedia que no te permitiría dormir hasta tu próxima visita.


Una deliciosa experiencia. 


Hasta aquí mis tiburonescos amigos esta la invitación y la lista de razones de sobra que acostumbro cuando la vida me permite conocer estos sitios maravillosos que valen la pena visitar, como siempre la decisión es tuya y está en ti darte la oportunidad de conocerlo pero estoy seguro que una vez que lo hagas tú mismo por convicción la recomendarás.

No me queda más que mandar un fuerte saludo lleno de gratitud a la arquitecta Ana Rita García Lascuarin a quien esperamos pronto conocer en persona para que nos cuente más de toda visión maravillosa que tiene, agradecemos la hospitalidad de Javier e Irineo Salazar, encargado del museo y de la chocolatería respectivamente y también el apoyo total que nos brindó Lizbeth Ramírez quien nos guió en esta aventura con un carisma excepcional así como a todos los ayudantes, las chef y al maravilloso grupo del INAPAM que visitaron el museo ese día y que nos hicieron sentir como en casa.

Y por último pero no menos importante  gracias a Ti que sigues nuestro trabajo tanto en los reportajes, en nuestro programa, en nuestras redes sociales y en este humilde blog  del que tengo el honor de escribir para ti, larga vida para ti que nos regalas tu tiempo.
Y como dice el dicho “Toma chocolate, ve a donde debes, a Mundo Chocolate”
Saludos de tu amigo Jesús Robledo “El Tiburon” hasta la próxima. 


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