A BORDO…!!!
Todas
las personas experimentamos por lo menos una vez en la vida las diferentes
emociones de emprender un viaje. Sin embargo, solemos viajar ensimismados y
limitados al universo de nuestros adentros (o de nuestros acompañantes) que si
bien es cierto es inmenso, no deja de sufrir de la desventura de ser una breve
porción del universo externo, ese que tanto nos intriga a los seres humanos
.
Existen
muchas formas de viajar y hacerlo, no necesariamente nos condiciona a un vehículo,
y es precisamente PULLMAN CAR HIAWATHA, el ejemplo perfecto de que los viajes
son más que horas y geografía. Esta
historia (s) sale de lo ordinario, de las monótonas secuencias en las vidas de algunos personajes y nos
mantiene atentos con la necesidad – y gusto- de no perder la atención un
segundo para colocar en ella las piezas sueltas. Por si esto fuera poco, esta
puesta en escena nos permite viajar de una manera en la que muy pocos mortales han viajado, ir mas allá de las paredes de un vagón de medio pelo y poder conocer el contexto
geográfico, teológico, meteorológico y astronómico mientras el tren enfrenta su
travesía desde Nueva York a Chicago.
Debido
a que no podemos dejar de lado a los personajes (aunque la atmósfera de la
historia sea en si misma fantástica) veo preciso mencionar a aquellos que se
vuelven el nucleo directo de la trama desde el interior del vagón.
Un
camarero demasiado atareado, un par de
amigos en busca de nuevas travesías, una
mujer bella pero incomprendida con su guardia de dos enfermeros mentales, un
medico con urgencia de incrementar sus conocimientos, una mujer y su severa
aunque extraña necesidad de ser levantada al cuarto para las seis de la mañana,
así como una pareja de esposos que
esconden el difícil secreto del recuerdo de una penosa enfermedad – que termina
siendo desastrosa- son el epicentro del interior de este furgón. Imagino
que cuando Thornton Wilder vio concluida su obra se dio el tiempo de visualizar
la maestría que debería mostrar cualquier director teatral en el mundo para que,
junto con su compañía pudieran llevar a escena una obra tan agradablemente
ostentosa.
Desde
luego un reto así requiere mas que talento y disciplina, pues no concibo que
una mente ordinaria quisiera sortear las dificultades propias de tal osadía, se
requiere, desde mi humilde opinión, sudor, coraje y la ambición necesaria de
todos y cada uno de los involucrados. Por esta razón respeto profundamente a
Alejandra Aguilar y a Cristian Jose Garcia ( directores de esta obra) y a toda
su compañía teatral, de quienes puedo decir, que transformar unas cuantas
maletas viejas, una escalera y una precisa iluminación, en un universo complejo
e ilimitado debe ser considerado un extraordinario talento envidiado por muchos, ¡Gracias!
Yo
hace unos días viví todas estas emociones sentado en una butaca del viejo pero
siempre vivo teatro “ Sergio Magaña” y como amante del teatro me complace ver
que este escenario florece cada dia mas con este talento y empuje joven, que
aun en un país grandemente falto de cultura, se rehusa a dormir. Gracias
por este viaje, gracias por esos setenta minutos cautivado en tan maravillosa
puesta en escena y sobre todo muchas gracias, por recordarnos que “ HACE FALTA
MUCHA GENTE PARA HACER UN MUNDO”. Ahora si…!vaaaaamoooonoooos¡
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No se la pueden perder. |
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